Una vez, Eros no habia percibido

entre las rosas una abeja adormecida

y la abeja le hirió un dedo.

Restregandose lasmanos con agudos,

largos gritos, no corria si no volaba

a la bella Citerea.

Y gritaba: ¡Estoy perdido!

¡Madre mia, estoy perdido!

¡Madre, vengo de morir!

¡Me ha mordido una serpiente!

¡Una serpiente muy pequeña

y con alas, la que "abeja" llamarian

los campesinos!.

Y le dijo ella: Si el dardo tan pequeño

de una abeja te da tanto sufrimiento,

¿Piensas, Eros, cuanto sufren los que

hieres con tus flechas?
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1 Response
  1. Daligueri Says:

    Excelente poema, da mucho que pensar...